CAZ: Los cinco días - Día 3

domingo, 8 de mayo de 2011

Los cinco días - Día 3

Su voz me despertó. ¿Qué hacia ella en ese lugar? “He venido a verte”. Su voz parecía tan clara, tanto como la voz. Pidió disculpas, diciendo que era una tonta y que esto no tenía sentido. Me pregunté por qué ella era tan tonta. En el fondo yo si sentía algo por ella después de todo. Una lágrima recorrió mi cara pacífica, y la abracé. No podía decirle lo que sentía, ni por ella, ni por la voz. ¿Qué demonios sucedía? No tenía mi propia voz. Solo desesperación salía por mis caricias en su cabellera. Quería que fuera solo mía y no podía decírselo. Mi corazón se estaba deteniendo, no había expresión. Ella partió a su morada, a sus quehaceres, mientras yo me carcomía las uñas para reemplazar sus besos ausentes. ¿Qué había de malo en desear que fuera mía? “Mía”. La voz restauró mi paz al instante. La voz decía la verdad. Deseoso de entender más, quise ser un poco libre.

Mi amigo apareció ante mí de la nada. Hablando de lo idiota… ¿Quién es idiota? “poco hombre”… ¿Estaría hablando de él mismo? ¡Qué dolor de cabeza!

Fui libre. Lo despache enseguida sin dudar… ¿Habré hecho lo correcto? Tengo miedo de mí mismo. “Lo correcto” resonó, hasta que la mujer, esa que me dio a luz, apareció en el umbral de la puerta. Detrás de ella, su marido… la mujer tenía un marido. Se sentó junto a mí y comenzó su monólogo. No logre escucharle nada… por lo que la solución fue un “lo siento”. Salió así satisfecha, mas el hombre tomaba el turno. Gesticulaba y reía, como si de amigo se tratara. De él solo escuche “ser como tu mano derecha”
Le sonreí sin saber que debía envidiarle yo a mi mano derecha… “Nada” acertó la voz, pues ella si tenía respuestas. No como mi mano derecha, incapaz de hacer sonar una simple caricia. Y así, escuché toda la noche a la voz que iluminaba mi camino.

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